El Evangelio de Juan presenta la persona y el mensaje de Jesús de un
modo bastante distinto de los Evangelios Sinópticos tanto en contenido como en su
lenguaje, en este Evangelio la muerte de Jesús coincide con la Pascua Judía. Además
aquí, María Magdalena fue sola al sepulcro muy de madrugada y descubrió que la
piedra había sido removida y luego corrió en busca de Pedro y del «Discípulo a quien Jesús amaba» para avisarles
(Jn 20: 1-2). Los dos corrieron hacia el sepulcro. El discípulo amado llegó
primero, pero no entró en el sepulcro y Pedro entró primero y vio los lienzos y
el sudario, pero no el cuerpo. El otro discípulo entró después «y vio y creyó» (Jn 20: 3-10). Magdalena
se quedó afuera y se le aparecieron dos ángeles vestidos de blanco y le
preguntaron: «Mujer, ¿Por qué lloras?»,
y ella contestó: «Porque se han llevado a
mi Señor y no sé dónde lo han puesto», se volvió hacia atrás, y vio a Jesús
resucitado, quien le preguntó a su vez por qué lloraba. Magdalena lo confundió
con el encargado del huerto, y le preguntó dónde había puesto a Jesús y él le
llamó «María», y ella lo reconoció,
respondiendo: «¡Rabbuní!» que
quiere decir Maestro. Jesús le pidió que no lo tocara, ya que aún no
había subido al Padre, y pidió que avisara a sus hermanos. María fue a anunciar
lo ocurrido a los discípulos (Jn 20: 11-18).
Ese mismo día, por la tarde, Jesús se apareció en el lugar en que los
discípulos se encontraban ocultos por temor de los Judíos y les saludó diciendo
«La paz con vosotros», les mostró la
mano y el costado y soplando, les envió el Espíritu
Santo. Uno de los discípulos, Tomás, no estaba con el resto cuando tuvo
lugar la aparición, y no creyó que el aparecido fuera realmente Jesús (Jn 20:
19-25). Ocho días después, Jesús volvió a aparecerse a todos los discípulos,
incluido Tomás y para vencer su incredulidad, Jesús le dijo que tocara su mano
y su costado, así Tomás creyó en él (Jn 20: 26-29). Juan reafirma que los
fieles deben creer no por haberlo visto sino por testimonio de lo escrito. Más
adelante, Jesús volvió a aparecerse a siete de sus discípulos cuando estaban
pescando junto al Mar de Tiberíades y no habían pescado nada; les pidió que
volvieran a echar la red y la sacaron llena de peces. Lo reconocieron, y
comieron con él panes y peces (Jn 21: 1-14). Tras esto, se relata una
conversación entre Jesús y Pedro, en la que interviene también el «Discípulo amado» y le dice que apaciente sus ovejas e incluso
la clase de muerte con la que glorificara a Dios (Jn 21: 15-23).
En Hechos de los Apóstoles empieza diciendo que Pedro y Juan estaban hablando al
pueblo, cuando se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo
y los saduceos (miembros de la clase alta de la
sociedad Judía de esa época que rechazaban a los ángeles, el alma y la resurrección), indignados porque enseñaban al pueblo y anunciaban
en la persona de Jesús la resurrección de los muertos. Les echaron mano y les
pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues caía la tarde. Sin embargo,
muchos de los que habían oído el discurso creyeron; y el número, contando sólo
los hombres, llego a unos cinco mil. Al día
siguiente se reunieron en Jerusalén los jefes, los ancianos, los escribas, el sumo
Sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y los otros miembros de la familia
del Sumo Sacerdote. Hicieron que Pedro y Juan comparecieran ante ellos y
comenzaron a interrogarlos: «¿Con qué poder o en nombre
de quién habéis hecho eso vosotros?», Pedro lleno del Espíritu
Santo les respondió diciendo: Jefes del pueblo y ancianos, puesto que con
motivo de una obra buena realizada en un enfermo se nos interroga hoy por quien
ha sido curado, sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por
el nombre de Jesucristo, el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien
Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se
presenta éste aquí sano delante de vosotros (Hechos 4:1-10). Pedro se dice que es el primer Papa (Acrónimo del
latín Petri Apóstoli Potestatem Accipiens: ‘El que sucede al Apóstol Pedro’. Se
abrevia P.
ó PP.) de la Iglesia
Cristiana.
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