Tras interrogar a Jesús nuevamente Pilatos no le halló
culpabilidad alguna, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a
Jesús o a un conocido bandido y asesino llamado Barrabás. La multitud, persuadida
por los Príncipes de los Sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que
Jesús fuese Crucificado. Pilatos se lavó simbólicamente las manos para expresar
su inocencia de la muerte de Jesús. Aun en este tiempo se critica a la Iglesia
por entrometerse en asuntos Políticos y Jesús fue ejecutado por el delito de Sedición, el cual se le daba a quienes
estaban en contra del Imperio Romano, pues el Sumo Sacerdote decía que él «Prohibía pagar tributo al César y decía que
él era el Cristo Rey» aunque sí dijo según las escrituras: Lo del César devolvédselo al César, y lo de
Dios a Dios (Mateo 27: 1-2, 11-26; Marcos 15: 1-15; Lucas 23: 13-24).
Crucifixión y Muerte de Jesús.
Jesús fue Azotado, lo vistieron
con un Manto Purpura, le pusieron en
la cabeza una Corona de Espinas y Una Caña
en su mano derecha. Los soldados Romanos se burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey de los Judíos!». Fue obligado a cargar la Cruz
en la que iba a ser Crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que significa,
en Arameo «Lugar del Cráneo» por su
forma. Le ayudó a llevar la Cruz un hombre llamado Simón de Cirene (Mateo 27: 27-31; Marcos 15: 16-27; Lucas 23: 33-34; Juan 19: 17-22). Tras Crucificarlo, los
soldados se repartieron sus vestiduras como estaba escrito en el Salmo 22: 19. Le
dieron de beber vino con hiel. En la Cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel
en Arameo, Griego y Latín con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los Judíos», que a menudo en pinturas se
abrevia INRI (Iesus Nazarenus Rex
Iudaeorum, literalmente ‘Jesús de
Nazaret, Rey de los Judíos’). (Mateo 27: 32-44; Marcos 15: 28-32; Lucas 23: 35-43; Juan 19: 23-24). Fue
crucificado entre dos ladrones según lo Profetizado
en el Antiguo Testamento por Isaías 53:12.
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí ¿Lemá Sabactani?», unos pensaba que llamaba a Elías pero según
los Evangelios de Mateo y Marcos en Arameo significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?’. (Mateo 27: 45-55; Marcos 15: 33-39). Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios, y esto
lo dijo Jesús en
su esencia humana al no soportar, pues no había dicho nada según lo Profetizado por Isaías 53:7.
Hay diferencia entre los Evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús
estuvieron presentes en su Crucifixión. En el Evangelio Mateo y Marcos (son
varias de las mujeres seguidoras de Jesús) y el de Juan se menciona también a
la Madre de Jesús y al «Discípulo a quien Amaba» (Según la Tradición Cristiana,
se trataría del Apóstol San Juan, aunque en el texto del Evangelio no se
menciona su nombre) (Mateo 27: 55-56; Marcos 15: 40-41; Lucas 23: 55; Juan 19: 25-26).
Sepultura y Custodia del cuerpo de Jesús.
Al estar seguros de la muerte de Jesús (La lanzada descrita en el Evangelio
de Juan 19: 31-37), José de Arimatea cubrió el sepulcro con una gran piedra. Según el Evangelio de Mateo
(no se menciona en los otros Evangelios), al día siguiente los «Príncipes de
los Sacerdotes y los Fariseos» pidieron a Pilato que colocasen frente al
sepulcro una guardia armada, para evitar que los seguidores de Jesús robasen su
cuerpo y difundieran el rumor de que había resucitado y él accedió (Mateo 27: 57-66; Marcos 15:
42-47; Lucas 23: 50-56; Juan 19: 38-42).
Durante la Última Cena, Jesús anunció que uno de los 12
discípulos lo iba a traicionar (Judas).
En una Profecía de Zacarías 11:12,13 dice: Yo
les dije si os parece bien, dadme mi jornal; si no dejadlo. Ellos pasaron mi
jornal: Treinta siclos de plata. Pero su muerte se debió más a la
influencia de los Judíos, que eran además una Entidad Política
que existió en la Región Oriental del Mediterráneo, al menos desde mil años
a. C y hasta un siglo d. C que nunca aceptaron a Jesús como su Dios, aun siendo
esta también una Religión Abrahámica.
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