Por petición de
Simón Bolívar, el Congreso de Angostura decretó la abolición progresiva de la
esclavitud el 11 de enero de 1820, en todo el territorio nacional, con el fin
de sumar a la causa republicana una gran cantidad de esclavos que aún no
participaban en las guerras independentistas. Además, la decisión también eliminaba
la norma de tradición colonial que dictaba que “vientre de esclavo engendra
esclavo”.
Tras los sucesos
del 19 de abril de 1810, la Junta de Gobierno había prohibido, el 14 de agosto la
introducción y venta de esclavos en todo el territorio nacional, y el año en
que se decretó la independencia (1811) se ratifica dicha proposición en el
artículo 202 de la Constitución Federal.
Y en 1816, Bolívar ya había decretado
la abolición de la esclavitud para hacer popular la lucha independentista y para
cumplir la promesa hecha a Alexander Petión, quien lo ayudó desde la recién
liberada isla de Haití.
A nivel
constitucional, el decreto definitivo de la libertad de los esclavos llegó el
24 de marzo de 1854, durante el gobierno de José Gregorio Monagas, pero la
lucha que mantenían las clases oligarcas del país por el control de las
riquezas imposibilitaba a los desposeídos que recién accedían a la libertad
ganarse la vida de otra forma que no fuera la subordinación total a los
patronos, propietarios de las tierras y medios de producción.
Actualmente
debemos tener cuidado con la aplicación del “reclutamiento forzoso” ya que esto
podría ser el inicio del “colectivismo” que aplicaron los países comunistas en
el siglo pasado, y que dejaron una hambruna.
Así sea para enfrentar una guerra
no convencional (guerra que no convence), pues las medidas que deberían aplicar
serian recuperar el cementerio de empresas y tierras expropiadas tan
abandonadas, en lo que se puede llamar una guerra económica inducida, y colocar
allí a un personal calificado.
Opinión al Día
Opinión al Día
Publicado en el Yaracuy al Día el Sábado 14 de Enero de 2017. Página 2.
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