Durante el Septenio del primer gobierno de Antonio Guzmán Blanco, desde el 27 de abril de 1870, cuando derroca el gobierno
provisional de Guillermo Tell
Villegas, hasta el 27 de febrero de 1877,
cuando se realizan elecciones presidenciales y resulta electo su mano derecha Francisco Linares Alcántara, como
parte de una estrategia para perpetuarse en el poder de forma indirecta, corresponde
al período más longevo de los tres gobiernos del denominado «Gran Autócrata
Civilizador».
Tras la Revolución
de Abril, contando con el apoyo del pueblo además de las alianzas con la
burguesía comercial y los caudillos, le permitió a Guzmán Blanco, disponer de
una situación óptima para materializar su visión de Venezuela ya que estaba decidido a
permanecer el mayor tiempo posible en el poder, además de poseer el firme
propósito de gobernar a plenitud, durante los tres primeros años, por lo que se
dedicó a pacificar todo el país, suprimió sublevaciones y alzamientos a lo
largo del territorio nacional, labor ardua, para la cual designa a sus más
fieles aliados como los Presidentes de los Estados y Comandantes de Armas de
los mismos, aquellos caudillos que no son destruidos, son atraídos a su lado,
ofreciéndoseles riquezas, cargos y prestigio, a cambio de su completa lealtad y
de traspasarle sus armas y sus ejércitos.
Proclamado por el Congreso como El
Ilustre Americano, su posición y heroicidad, fueron elevadas al mismo nivel
que el «Libertador» Simón Bolívar y es colmado de honores y
reconocimientos. El Ilustre Americano, tenía una visión clara respecto a
lo que quería, sus años en el extranjero, particularmente en Francia, donde había experimentado de
primera mano la eficiencia y el progreso traído por Napoleón III, a dicho país, lo
convencieron de que Venezuela necesitaba
un autócrata, un líder fuerte, eficiente y poderoso, un «César» al cual seguir, y ese líder en
cuestión, no era otro que él.
Muchos proyectos del Septenio se pusieron en marcha: Decenas de
construcciones, la primera etapa del Palacio
Federal Legislativo, el Teatro
Municipal de Caracas, la realización del Primer
Censo Nacional, la creación de la Dirección
Nacional de Estadística, la fundación de la Compañía de Crédito de Caracas (de la cual él mismo era el accionista
mayoritario) .
Además de la promulgación del Decreto
de Instrucción Pública y Obligatoria, el 27 de junio de 1870, anticipándose así, a los países europeos más
avanzados e impulsando enormemente la educación en el país. La importancia de este Decreto, cuyo autor es el
doctor Martín J. Sanabria, radica en que impulsó la educación en el país y
gracias a esto han podido educarse generaciones tras generaciones carentes de
recursos económicos.
El Decreto dividió
la Instrucción Pública en dos etapas: La primaria o universal, que la Ley
exige a todos los venezolanos y que los Poderes Públicos están en el deber de dar gratuitamente
con conocimientos obligatorios de principios generales de moral, lectura y
escritura del idioma patrio, aritmética práctica, sistema métrico y el
compendio de la Constitución Federal; y la instrucción libre o voluntaria que
comprende los demás conocimientos que se quieran adquirir en otras ramas del
saber humano.
Defendamos la educación pública y
gratuita que no debe ser supeditada a ningún régimen de gobierno, ni bajo
ningún tipo de presiones ideológicas o religiosas, ya que el mismo Antonio
Guzmán Blanco dijo: «Venezuela es
como un cuero seco, si lo pisas por un lado se levanta por el otro».
Publicado en el Yaracuy al Día el Jueves 27 de Junio de 2013. Página 6.
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